Diferencias entre alquiler de larga duración y de temporada
A la hora de poner nuestra vivienda en alquiler se nos plantean varias preguntas. Sin duda, una de ellas, de las más importantes y habituales, son las diferencias que hay entre alquiler de larga duración y de temporada.
En este artículo vamos a dibujar las diferentes situaciones para que sepáis con certeza qué significa alquiler de larga duración y de temporada, y cuáles son las principales diferencias entre ambos, para así, conociéndolos de primera mano, saber cuál nos beneficia más para disfrutar en nuestra vivienda vacía.
Diferencias entre alquiler de larga duración y de temporada
Cuando hablamos de un alquiler de larga duración, nos referimos a un inmueble en régimen de arrendamiento cuyo arrendatario usará como vivienda habitual durante un mayor periodo de tiempo.
Es importante el punto de que el inmueble será usado como vivienda habitual, ya que en la propia Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) se distingue el arrendamiento de vivienda habitual de los arrendamientos para otros usos, entre los que se incluyen los alquileres de temporada.
La ley rige que los contratos de alquiler tienen una duración de cinco años, siete si el arrendatario es una persona jurídica. Aunque se puede pactar con el inquilino una duración inferior, el contrato se prorrogará automáticamente, siempre que las partes lo deseen, hasta ese periodo de tiempo.
Si realizamos un contrato de alquiler por una duración superior a esos cinco años, estamos realizando un contrato de larga duración. Estos contratos pueden traer muchos beneficios, como una mayor estabilidad económica y una mejora en nuestra tranquilidad, al conocer mejor a nuestro inquilino, que pueden suponer un plus en nuestra experiencia como arrendatarios.
Los contratos por temporada no implican que ese inmueble sea la vivienda habitual del inquilino, pudiendo este hacer un uso ocasional de la misma, ya sea con contratos de menor duración, incluso días o meses, o con contratos de una duración de uno o algunos años, pero durante los cuales hacen un uso de la vivienda de forma esporádica.
Diferencias entre las garantías adicionales que puedes solicitar
Otra diferencia importante entre los contratos de larga duración y los contratos por temporadas reside en las garantías que podrás solicitar a los posibles inquilinos.
Por ley el inquilino estará obligado a facilitarnos una fianza cuyo montante iguale a una mensualidad de la renta estipulada en el contrato. Además, de esta fianza, podemos pedir ciertas garantías adicionales como un aval bancario, un aval personal de un familiar del inquilino o un depósito adicional cuyo importe pueda ser igual al importe de dos meses de la renta.
Si realizamos un contrato de larga duración este límite se rompe y podremos solicitar garantías más amplias para afrontar cualquier posibilidad de impago por parte del arrendatario.
Extensión de los diferentes tipos de alquiler
Según recoge la LAU, la duración mínima de una vivienda en régimen de alquiler es de cinco años, siete si el arrendador es una persona jurídica. Por supuesto las partes pueden acordar una duración menor, pero entonces los contratos se podrán prorrogar de manera automática cada año, siempre que el inquilino quiera continuar con el alquiler, hasta cumplir los cinco años que recoge la ley.
Un contrato de larga duración suele alcanzar duraciones mayores a las establecidas por la ley, siendo acordadas por el inquilino y su casero en el momento de redactar el contrato de arrendamiento.
Beneficios de los alquileres de larga duración
Los alquileres de larga duración ofrecen, tanto para el arrendador como para el inquilino, una mayor estabilidad económica y una mayor seguridad.
Los arrendadores disfrutarán del ingreso de la renta de manera periódica, asegurada durante una mayor longitud de tiempo, sin espacios en los que la casa esté vacía y no le reporte ningún tipo de beneficio económico. A la vez, disfrutaran de una mayor seguridad al saber que el inmueble está ocupado y siendo conservado por los inquilinos, que lo usan como vivienda habitual.
Por su lado los arrendatarios se beneficiarán de conservar la cantidad de la renta pactada durante un tiempo mayor y que esta no vaya fluctuando según varía el mercado inmobiliario, asegurándose así una estabilidad económica a la hora de afrontar sus gastos. Así como la tranquilidad de no tener que estar continuamente buscando una nueva vivienda, gastando dinero y energías en los diferentes procesos.
Beneficios de los alquileres por temporadas
Si decides poner tu vivienda en alquiler como alquiler por temporadas, tienes el riesgo de que durante algunos periodos del año tu vivienda quede vacía, pero por el contrario disfrutarás de rentas mayores al haber una gran demanda de alquileres de corta duración y vacacionales. También tendrás la capacidad de amoldar el importe de la renta a las fluctuaciones del mercado inmobiliario pudiendo variar en cada contrato para encontrar la situación económica que más te satisfaga.
Este tipo de alquileres suele ser muy utilizado por ejemplo en lugares vacacionales, como ciudades y pueblos con playa. Alcanzando una alta demanda en los meses de verano, donde podrás obtener un mayor beneficio y amoldando el importe solicitado el resto del año para poder ocupar la vivienda.
Como arrendatario este tipo de alquiler también nos puede aportar muchas ventajas, principalmente si solemos cambiar de ciudad cada cierto tiempo, o si llegado el momento encontramos otra vivienda en oferta hacia la que nos queramos cambiar.
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